Roberto Gómez Herrera (a) ‘Huevo’, poco después de su captura, junto a parte de la tonelada de ladrillos de cocaína que planeaba contrabandear a Europa. Inserta, la resolución judicial que liberó y limpió a Gómez Herrera. La magistrada ponente fue Enma Benavides.
Esta historia puede leerse en forma independiente, pero es recomendable acompañarla con otra nota ya publicada por IDL-R: “¿Orden y firmeza?”.
Esa nota examinó y demostró que eran falaces las razones que esgrimió la actual fiscal de la Nación, Patricia Benavides, para separar de su cargo, con sumaria hostilidad, a una fiscal que investigaba, entre otros, a su hermana, la jueza superior Enma Benavides.
Sirvieron como excusa para una intromisión en la investigación para apartar a la fiscal, Bersabeth Revilla, que la dirigía.
Se trata de una investigación sobre corrupción judicial, que involucra muchos casos, entre los que destaca la liberación del más que presunto narcotraficante colombiano Roberto Carlos Gómez Herrera, mejor conocido por su alias: ‘Huevo’.
La mejor manera de entender la importancia de ese evento, por lo que demuestra y por las consecuencias que tuvo y sigue teniendo, es narrar, en forma precisa y puntual, qué sucedió en el caso.
Es una historia, aunque no corta, que revela mucho y se relata ahora por primera vez.
Está organizada en los siguientes capítulos:
El hombre con muchos nombres prepara el escenario
Cómo ‘Huevo’ recobró la libertad
Calco y copia: granito y cocaína en Brasil
Tenemos que regresar 10 años al pasado.
Estamos en octubre de 2012, y en alguna parte de Lima yace escondida en un depósito una tonelada de cocaína cuyo destino previsto es Europa.
Son centenares de ladrillos de cocaína, todos iguales y todos con la misma marca: MAX, que indica una sola procedencia.
Expertos en narcotráfico calcularon luego el valor de esa tonelada, puesta en puerto de Europa occidental, probablemente en España, en 50 millones de euros de entonces, equivalentes a 60.5 millones de euros de ahora (y casi lo mismo en dólares actuales).
Pero eso valía en Europa. En el depósito limeño donde se escondía solo representaba gastos y peligros para los narcotraficantes que esperaban transarla.
prepara el escenario
La droga, dice una información confiable, no era peruana sino colombiana. Había entrado por el norte y llegado por carretera a Lima, para exportarse desde el Callao.
En Lima se había empezado a organizar, meses atrás, un nuevo método de exportación oculta de cocaína, ideado, según parece, por colombianos, que se iba a utilizar por primera vez en el Perú.
Ocultar la cocaína dentro de bloques de granito. Sepultarla en la entraña de la piedra que iba a ser exportada a Europa.
Era un escondite convincente y difícil de detectar. Pero el proceso necesitaba ciertas máquinas e instalaciones que tomaba tiempo conseguir y armar.
Desde abril de ese año hubo gestiones que dejaron huellas de las que nadie se percató. Detrás de ellas aparecían varios nombres con documentos y algunos otros solo de palabra.
Uno de ellos fue el boliviano James Victoria Herrera; otro el costarricense Cristhofer Gómez Valverde; también el venezolano Percy Coromoto Matos Sandoval. Hubo otros nombres, como Junior Joel López Naquiche, que no dejaron documentos porque hicieron todo al contado.
Detrás de todas esas identidades había una sola persona: Percy Coromoto Matos, y los varios nombres servían para compartimentar actividades y evitar que alguien pudiera conectar las diversas gestiones entre sí e intuir el objetivo. Servía también para borrar huellas y mantener la clandestinidad bajo la luz del día.
El 3 de abril de ese año, 2012, el hombre de los múltiples nombres recibió una copia de Declaración Única de Aduana y Guía de Remisión de la Agencia Aduanera Casor S.A.C., que documentaba la importación desde Holanda de una máquina perforadora Karat 350 [Diamond Core Drilling Machine] de tres velocidades y gran capacidad de taladro.
Coromoto Matos pagó casi 40 mil dólares por ella ($39,649.45) y, pese a todos sus nombres, lo hizo a través de otra persona.
También compró una máquina montacargas Kalmar ECD80. Con ambas cosas ya había lo necesario para perforar, mover y cargar los bloques de granito.
Alquiló también un depósito en Huachipa, que rentó con el nombre (al parecer indocumentado) de Junior Joel López Naquiche.
Gestionó la formación de una empresa, Falsiani, para montar una cobertura básica a la organización, sobre todo la logística, para la exportación legal de bloques de granito a Europa.
También contactó a una empresa ya formada (Promevar), aunque de poco movimiento, para financiar sin huellas la extracción y compra de granito.
Hizo varias otras acciones y transacciones, pero las anteriores prepararon la estructura necesaria para sepultar la cocaína dentro del granito y exportarlo por el Callao.
Lo que faltaba, entonces, era llevar la cocaína al depósito donde estaba el granito y preñar la piedra con ella.
Pero, según confirman informaciones dignas de crédito, el hombre de los muchos nombres –Percy Coromoto Matos o Coromoto Matos a partir de ahora– no sabía dónde estaba el depósito en el que se guardaba la tonelada de cocaína. Sus jefes en Colombia, tampoco. Solo tenían los contactos para coordinar la entrega.
¿Quiénes eran esos contactos? Por lo menos uno de los que se encargaron de mover la cocaína desde el Norte a Lima. Ese es un punto todavía pendiente de investigación, pero cuyo eventual resultado no afecta ni cambia esta historia.
La Dirandro (Dirección antidrogas de la Policía Nacional) recibió las primeras informaciones sobre este caso desde, más o menos, setiembre de 2012.
El primero de octubre puso en acción un primer «Plan de Trabajo» de inteligencia, seguimiento y vigilancia (el 041-A-10). La División de Investigaciones Especiales (Divinesp) asumió el caso.
El grupo operativo fue dirigido por el entonces mayor PNP (hoy comandante) Marco Tataje, un oficial con larga experiencia en la investigación del narcotráfico.
Tataje coordinó el operativo desde el comienzo con la entonces fiscal provincial (hoy fiscal superior) Edith Hernández, titular de la Segunda Fiscalía Provincial Especializada en Tráfico Ilícito de Drogas, con sede en el Callao.
La fiscal especializada asumió el control legal del caso, con una «Disposición Fiscal de Inicio de Procedimientos Especiales, «‘Operaciones Encubiertas’», del 5 de octubre de 2012.
A fin de ese mes empezó a cuajar el operativo.
El 31 de octubre de 2012 aterrizaron en Lima, en vuelos diferentes que provenían de Colombia, dos personas con un objetivo común.
Uno, Edison Ruiz Martínez, se alojó en el hotel Miramar, en Miraflores.
El otro, Roberto Gómez Herrera, fue recogido en el aeropuerto por Coromoto Matos y llevado a un departamento en la esquina de Manco Cápac con La Paz, en Miraflores.
Gómez Herrera parecía un personaje importante. Y lo era.
Tiempo después de ese día, el 10 de febrero de 2014, el periódico El Colombiano, de Medellín, publicó una noticia sobre Gómez Herrera, en Colombia.
El colombiano informó que, “según indicó la Policía, Roberto Gómez Herrera […] había asumido las funciones de José Aldemar Rendón Ramírez, alias ‘Mechas’, como hombre de confianza de Luis Hernando Gómez Bustamante, alias ‘Rasguño’, gran capo del cartel del Norte del Valle del Cauca, detenido en Cuba en 2004”.
‘Rasguño’ había sido extraditado a Estados Unidos. ‘El Mechas’ también. Este, luego de ser liberado, regresó a Colombia, donde fue asesinado en 2016.
Eso sucedió años después de lo que narramos ahora. Así que volvemos a 2012.
En Lima, para la gente que vino a contactar y para los detectives que vigilaban indetectados, Gómez Herrera era ‘Toyota’. Edison Ruiz era ‘Drácula’. Coromoto Matos, que después de largo tiempo de vida clandestina con múltiples identidades, entraba recién a la zona de contacto y seguimiento, fue ‘Pelado’.
El viernes 2 de noviembre, después de haberse encontrado en el Vivanda de la calle Bolognesi en Miraflores, Edison Ruiz almorzó en el restaurante Costa Verde, en Barranco, con un personaje corpulento, cuyo mote, ‘Gordo’, resultó inevitable. Este era el que sabía dónde estaba la cocaína. El propósito de la reunión fue discutir cómo se la transfería a los colombianos que se encargarían de acondicionarla, encaletarla y embarcarla.
El día siguiente, sábado 3 de noviembre, por la mañana, Edison Ruiz volvió a encontrarse con ‘Gordo’, pero esta vez en el estacionamiento de Tottus en Plaza San Miguel.
Otras dos personas más llegaron a sumarse a la reunión: ‘Toyota’ Gómez Herrera y ‘Pelado’ Coromoto Matos.
Era una reunión operativa. ‘Gordo’ iba a entregar la droga a sus interlocutores.
Todo indica que ‘Gordo’ insistió –o que se había acordado ello por seguridad– en mantener secreto el lugar donde guardaba la cocaína.
Por eso, ‘Pelado’ Coromoto Matos le entregó las llaves de la camioneta Nissan Frontier de doble cabina en la que dos días antes había recogido a Gómez Herrera en el aeropuerto.
‘Gordo’ emprendió un viaje en dirección desconocida para los colombianos, que en los hechos fue Carabayllo.
Mientras ‘Gordo’ iba y volvía, Edison Ruiz y Roberto Gómez Herrera, los dos colombianos recién llegados, se reunieron solos en el Starbucks del centro comercial. Coromoto Matos desayunó en otra parte del mismo centro.
Seguido por los sigilosos detectives de la Divinesp, ‘Gordo’ enrumbó la Nissan Frontier hacia el Norte. Cerca de la cuadra 40 de la avenida Túpac Amaru, en Comas, recogió a otra persona (un hombre descrito como NN en el atestado policial). Le cedió la conducción de la camioneta y se ubicó como copiloto.
En Carabayllo llegaron al área de la Asociación de Vivienda Las Begonias de Carabayllo e ingresaron, camioneta y todo, a un local que parecía un depósito. Eran las 11:40 de la mañana.
La camioneta salió veinte minutos después, conducida por ‘Gordo’ y emprendió el regreso al estacionamiento de Tottus en San Miguel. Llegó alrededor de la una de la tarde.
‘Gordo’ entregó las llaves a Coromoto Matos, quien abordó la camioneta y salió, seguido con cautela, pero de cerca, por los detectives de la Divinesp.
‘Gordo’ se quedó en el centro comercial. A la 1:15 p.m se reunió en el Starbucks con Edison Ruiz Martínez. Permanecieron unos cinco minutos y de ahí caminaron hacia el restaurante Friday’s. Se sentaron en una banca fuera del local.
A la 1:45 p.m otros dos hombres contactaron con Edison Ruiz y con ‘Gordo’. Uno, José Panta Ortiz, había llegado conduciendo su auto Kia Rio, con el que hacía taxi. Panta trabajaba también en una discoteca y había estado preso por tráfico de drogas. Llegó armado con una pistola Bersa, calibre .380, con una cacerina adicional.
La otra persona, ‘Flavio Pajuelo’, conocía ya a Edison Ruiz.
Panta entregó también las llaves de su auto a «Gordo», quien emprendió la misma ruta que había hecho poco antes con la Nissan Frontier.
Panta declaró luego que le entregó las llaves de su auto a un desconocido por pedido de Edison Ruiz quien, dijo, le había contratado un servicio por horas.
Mientras ‘Gordo’ iba y volvía, Edison Ruiz y Panta exploraron dónde almorzar en el centro comercial, pero luego tomaron un taxi en dirección a Pueblo Libre.
En ese momento ya se había desencadenado el operativo.
Coromoto Matos, el curtido agente de múltiples identidades y aún más historias, se percató que era seguido e intentó, al volante de la Nissan Frontier, evadir a sus perseguidores.
El mayor Tataje, con aprobación de la fiscal Hernández, ordenó adelantar la intervención y arrestar a los vigilados.
A la 1:30 p.m., alcanzado, cerrado y obligado a parar, se acabó la libertad para Percy Coromoto Matos.
Fue detenido en el jirón Miró Quesada, en Maranga. En el asiento trasero, los policías encontraron cuatro maletines cargados con ladrillos (127 en total) de cocaína.
Veinte minutos más tarde, Roberto Gómez Herrera (‘Toyota’ o ‘Huevo’) fue capturado, a bordo de un taxi, en la bajada San Martín a la Costa Verde.
En Pueblo Libre, en la esquina donde se cruzan dos libertadores: San Martín con Bolívar, Edison Ruiz y José Panta Ortiz fueron arrestados a las 3:10 p.m.
Cerca de ahí, en el estacionamiento de Metro en la avenida Sucre, los policías intervinieron el auto Kia Rio (placa CVOZ-015), que acababa de retornar de Carabayllo. Su conductor, ‘Gordo’, según parece, en palabras del atestado policial «se encontraba a inmediaciones al notar la presencia policial se dio a la fuga con dirección desconocida».
O ‘Gordo’ resultó un velocista capaz de competir con Usain Bolt o la Policía no tuvo gran interés en capturarlo. Pero esa es otra historia. Tiene mucho interés, pero no afecta ni el argumento ni el desenlace de esta.
El objetivo de la operación fue la captura de narcotraficantes en pleno proceso de transferencia de la droga; y la incautación de esta.
El Kia Rio había regresado con carga. En la maletera los policías encontraron otros 100 ladrillos iguales a los ya capturados en la Nissan Frontier, que también eran de cocaína.
Solo faltaba intervenir el depósito en la urbanización Las Begonias de Carabayllo, de donde ‘Gordo’ había sacado la droga en sus dos viajes ese día.
Los policías allanaron el rústico depósito y encontraron ahí el gran cargamento de cocaína: 650 ladrillos idénticos a los ya capturados.
En los peritajes subsecuentes, los 877 paquetes capturados ese día resultaron ser todos de cocaína, procesada y estandarizada bajo un mismo patrón, y cada uno con el mismo sello en bajo relieve: Max.
El peso de la cocaína incautada ese día fue de 927.6 kilos de clorhidrato de cocaína y 50.1 kilos de alcaloide de cocaína mezclado con almidón. Casi una tonelada de droga.
En los días siguientes, los policías de la Dirandro continuaron con la investigación y produjeron varios documentos extensos y detallados.
La fiscal Edith Hernández presentó el primer documento acusatorio dos semanas después, el 17 de noviembre de 2012.
Es el documento que compila y organiza toda la información proveniente del operativo reciente de la Divinesp Dirandro.
Iba dirigido al juez penal de turno del Callao.
Sin embargo, la Sala Penal Nacional asumió el caso.
El 19 de noviembre, la jueza Janett Lastra, del Primer Juzgado Penal Nacional, abrió el auto de procesamiento.
El auto, de 70 páginas precisas, incorpora la detallada descripción del caso que presentó la fiscal Hernández.
En mérito a ello, y a su propio análisis, la jueza Lastra decretó el inicio de un proceso penal y la incautación de varios bienes.
Y dictaminó la detención de Percy Coromoto Matos, Roberto Gómez Herrera, Edison Ruiz y José Panta.
El caso policial había culminado en una hazaña: el descubrimiento e incautación de una tonelada de cocaína; la aparente fractura de una organización de narcotráfico intercontinental; y el descubrimiento de nuevas formas de contrabando de drogas (dentro de bloques de granito).
Un resultado comparable en la fase fiscal y judicial hubiera sido lograr una o más colaboraciones eficaces que revelaran secretos organizativos; y las corrupciones y complicidades que les habían permitido crecer.
Ninguno de los muy presuntos narcotraficantes dio muestras de buscar una colaboración. Buscaron, más bien, salir libres. Su objetivo fue claro desde el comienzo: obtener la libertad a través de los jueces.
Con el inicio del caso, comenzó la batalla judicial.
Los acusados negaron toda vinculación con la tonelada de cocaína y con el narcotráfico.
Roberto Gómez Herrera, cuyo alias, ‘Huevo’ ya había trascendido, se proclamó totalmente inocente: dijo que había llegado al Perú como turista. Había conocido a Percy Coromoto Matos en el aeropuerto, al contratarlo como taxista. Había tomado el alojamiento que este le sugirió porque le pareció conveniente. De Edison Ruiz le había hablado Coromoto Matos indicándole que su paisano era ganadero como él. Por eso fue al Tottus de San Miguel: a conocer a Edison Ruiz y hablar sobre posibles negocios de ganado.
Edison Ruiz se presentó como comerciante, agricultor y vendedor de ropa. Había venido al Perú para hacer negocios comprando barato en Gamarra. En el proceso le hablaron sobre el paisano ganadero (‘Huevo’) y fue a conocerlo. No tuvo nada que ver, dijo, con la droga.
Percy Coromoto Matos indicó también haber conocido a ‘Huevo’ cuando le hizo un taxi desde el aeropuerto. Y había escuchado de Edison Ruiz a través de ‘Gordo’. Al saber que también era ganadero, «acordaron ambos presentarlos”. ‘Gordo’, el raudo fugitivo, no estuvo para corroborar o negar su versión.
Todo lo demás: sus muchas identidades, sus alquileres de galpones, compra de montacargas, perforadoras de granito, autos, tenía, dijo Coromoto Matos, una explicación. Intentó darlas, con poco éxito, en los días y semanas siguientes.
Por poco convincentes que fueran las coartadas, los detenidos pusieron desde el primer día un gran empeño en recobrar su libertad, aunque fuera con restricciones.
Las primeras apelaciones fueron concedidas en el mes de su captura, el 23 de noviembre de 2012. Gómez Herrera, Coromoto Matos y Edison Ruiz lo hicieron simultáneamente.
La Sala Penal «C», integrada entonces por los magistrados Cavero Nalvarte, Vásques Vargas y Salinas Siccha, admitió la apelación el 8 de enero de 2013.
El 28 de enero, en un fallo que tuvo como ponente a la magistrada Vásquez Vargas, la Sala resolvió denegar la apelación y confirmar la detención ordenada por la jueza Janett Lastra.
Gómez Herrera, alias ‘Huevo’, persistió, y el 5 de setiembre de 2013 presentó otro recurso pidiendo la variación de la detención por comparecencia.
El juez Miguel A. Quevedo, que reemplazaba a Lastra por las vacaciones de esta, decretó una audiencia de «debate oral, público y contradictorio» el 19 de setiembre de 2013.
Gómez Herrera (a) ‘Huevo’, intentó cubrir el mayor número posible de bases argumentales.
Reclamó no estar bien de salud, y no poder ser atendido en la cárcel. Pero ofrecía el arraigo de un domicilio y el de un trabajo.
Un primo suyo, Alexander Jaramillo, alquiló un departamento en Alcanfores 427, Miraflores, en el que ‘Huevo’ residiría. Un notario certificó que la vivienda existía y había sido alquilada. Gómez Herrera mostró además un acta de compromiso de trabajo, una vez que le dieran libertad.
‘Huevo’ iba a ser administrador de la pollería Pio Pio.
El alias iba perfecto para el trabajo.
El 30 de octubre de 2013, la jueza Janett Lastra falló sobre el recurso de ‘Huevo’.
Entre varias otras razones, la jueza Lastra mencionó una resolución administrativa de la Corte Suprema, de setiembre de 2011, donde precisa que «el imputado que pertenece a una organización criminal, atendiendo a que este supuesto existe peligro procesal en el ámbito de fuga y obstaculización probatoria, teniéndose en cuenta que las estructuras organizadas ‘tienden a generar estrategias y métodos para favorecer la fuga de sus pares y para contribuir en la obstaculización probatoria’».
Lastra también escribió el siguiente argumento, basado en el diagnóstico de la experiencia:
Por ello, la jueza falló así:
‘Huevo’ Gómez Herrera apeló el fallo.
El 22 de noviembre de 2013, la jueza Janett Lastra emitió un informe sobre lo actuado desde que abrió el auto de procesamiento del caso. Ahí reportó la situación de los procesados:
Durante su gestión, la jueza Lastra puso énfasis en conseguir, a través de cooperación judicial internacional, información relevante de Colombia. Allá, el caso se movía. Esto fue lo que publicó el periódico El Colombiano en febrero de 2014:
El 15 de abril de 2014, la sala penal «D» compuesta por los magistrados Calderón Castillo, Yalán Leal (como ponente) y Pérez Castillo emitió decisión sobre lo apelado:
Con varias derrotas judiciales sucesivas, tanto en la instancia del juez penal como en la Corte Superior, el intento de «Huevo» de obtener la libertad por orden del juez parecía haber fracasado en forma definitiva.
Pero no fue así.
Cómo ‘Huevo’ recobró la libertad
El 18 de noviembre de 2014, Juan Carlos Ramos Caycho, el abogado de ‘Huevo’ Gómez Herrera, presentó un recurso en el que otra vez pedía el cambio de la detención por comparecencia para Gómez Herrera.
Según el abogado, se había «recabado nuevos elementos de prueba». Eso era cierto, pero en sentido opuesto al interés de ‘Huevo’.
En Colombia proseguía la operación Maravelez, en la que ‘Huevo’ era un objetivo, como fue reseñado meses atrás por el diario El Colombiano.
Había otras investigaciones en curso, fuera de Colombia, pero, a diferencia de Maravelez, ellas se conducían todavía en secreto.
Lo importante para alias ‘Huevo’ no eran los «nuevos elementos de prueba» sino los nuevos jueces y magistrados que pasaron a hacerse cargo del caso.
El nuevo juez penal, en el puesto que había desempeñado Janett Lastra, era Rafael Martínez. La nueva Sala Penal Nacional a cargo del caso pasaba a ser el colegiado «E», integrado por María Apaza, Lorenzo Pablo Ilave García y Enma Benavides Vargas.
Los cambios en ambas instancias dieron un vuelco al caso.
El 12 de enero de 2015, el juez Martínez resolvió variar la detención de ‘Huevo’ por comparecencia restringida.
Es decir, libertad bajo palabra.
La argumentación de Martínez quedó caracterizada en la siguiente cita:
El juez Martínez sostuvo en su resolución que no había peligro de fuga.
Tres días después de la resolución del juez, el entonces fiscal de la Primera Fiscalía Supraprovincial Corporativa Especializada en Criminalidad Organizada, Jorge Luis Chávez Tamariz (hoy juez especializado en delitos de corrupción y crimen organizado), presentó un recurso de apelación que refutaba con severidad el fallo del juez Martínez.
El fiscal recalcó las razones que habían llevado a la jueza Lastra a determinar la participación de ‘Huevo’ «como integrante de una organización criminal” .
Subrayó que esa decisión estuvo fundamentada no solo en el examen de los hechos sino en el informe de inteligencia 908-2011-2012 de la Divinesp, razonamiento que fue confirmado por la Superior Sala Penal el 28 de enero de 2013.
Sobre el argumento, aceptado por Martínez, de que ‘Huevo’ se reunió con Edison Ruiz para discutir asuntos de ganadería, Chávez Tamariz mencionó hechos que desbarataban la coartada.
‘Huevo’, por ejemplo, había sido visto en el departamento de la calle Manco Cápac antes del 31 de octubre. Había también contradicción entre las coartadas de ‘Huevo’ Gómez Herrera y la de Edison Ruiz. El primero sostuvo que Percy Coromoto Matos fue quien los presentó, mientras el segundo negó conocerlo.
Uno de los argumentos más duros de Chávez Tamariz fue respecto del supuesto arraigo domiciliario de ‘Huevo’, que había sido aceptado por el juez Martínez.
Martínez, escribió el fiscal, aceptó el arraigo «basado en un contrato de arrendamiento vencido el día 19 de agosto 2014 […] resulta grave que el Juez asuma como válido el arraigo domiciliario del referido procesado […] que estuvo en el país de paso, por solo días antes de su detención policial por tener un rol de integrante en la organización criminal dedicada al tráfico ilícito de droga […] el Juez Penal confunde los alcances del arraigo domiciliario […] además de tenerse otros aspectos que el magistrado omite valorar como pertenecer a una organización criminal, la pena a imponer es grave […] nos permite establecer la existencia de peligro procesal fundamentos que también han sido valorados por la Juez que inicialmente se abocó y que dictó la prisión preventiva».
El 20 de enero, la procuradora pública especializada en el tráfico ilícito de drogas, Sonia Medina, presentó también una fuerte apelación a la resolución del juez Martínez.
Martínez rechazó dar curso a su apelación, Sonia Medina interpuso entonces un recurso de queja contra el juez.
El caso subió a la instancia superior, el colegiado «E» de la Sala Penal Nacional.
Si Martínez fue fuente de sorpresas, esa Sala fue de estupefacción.
El 3 de marzo de 2015, el colegiado «E» de la Sala Penal Nacional no solo confirmó sino profundizó la resolución de Martínez. La autora de la resolución de la Sala fue Enma Benavides. La Sala no solo confirmó la libertad de Roberto Gómez Herrera, (a) Huevo, sino la extendió a Edison Ruiz, quien fue también liberado bajo supuestas restricciones. Esta fue la «decisión judicial»:
Las razones esgrimidas por el colegiado “E” para liberar a ‘Huevo’ lo limpiaban de sospecha y, para todo efecto, lo presentaban como un prohombre de su sociedad, sin tomar en cuenta los argumentos en las apelaciones del fiscal Chávez Tamariz y de la procuradora Sonia Medina.
Lo único que les faltó argumentar fue que, dado que en Pio Pio Gómez Herrera iba a estar como huevo en pollería, ello garantizaba su arraigo laboral.
A ambos, Gómez Herrera y Edison Ruiz, se les decretó el impedimento de salida del país, aunque, curiosa o reveladoramente, en la parte final del documento solo se aplicó la restricción de salir del país a Edison Ruiz.
El 27 de marzo de 2015, con el argumento que la resolución del 3 de ese mes no había sido impugnada, el colegiado «E» la declaró consentida.
‘Huevo’ ya estaba en libertad, aunque, como veremos, no se le iba a encontrar en la pollería.
¿Y qué pasó con el fiscal superior? Luego de la decidida apelación contra la decisión del juez Martínez en primera instancia, presentada por el entonces fiscal Jorge Chávez Tamariz, ¿por qué no sucedió lo mismo en la sala penal con el fiscal superior?
Sucedió lo contrario.
El 11 de marzo de 2016, un año después de la liberación de Gómez Herrera y Edison Ruiz, el fiscal de la Segunda Fiscalía Superior Contra el Crimen Organizado, Edmundo Calderón Cruz, presentó un dictamen sobre el caso en el que exculpó a Gómez Herrera.
Es un dictamen de 72 páginas. La exculpación empieza en el primer otrosí.
Los fundamentos, que el abogado de ‘Huevo’ hubiera podido firmar, se concretaron en los siguientes puntos:
– No se observó acciones de narcotráfico.
– No hubo ni se le encontró nada ilícito en su captura.
– No existe prueba categórica de tráfico de drogas.
– ‘Huevo’, a quien, como se recuerda, se mencionó inicialmente con el mote de ‘Toyota’, había venido en realidad como turista.
– Y tenía a su favor la presunción de inocencia.
El fiscal Calderón Cruz opinó que había que ordenar el sobreseimiento de Gómez Herrera y archivar en forma definitiva su caso.
Sobre esa base, el colegiado «E» de la Sala Penal Nacional dio el paso final para excluir por completo a Gómez Herrera del proceso y limpiarlo judicialmente.
La resolución, hecha por Enma Benavides, terminó así:
Libre, lavado, limpiado, Roberto Gómez Herrera, alias ‘Huevo’, logró borrar toda huella que lo conectara al narcotráfico o a cualquier otro problema penal. A partir de ese momento, no volvió a ser mencionado en el caso.
En la sentencia de la Sala E contra los otros encausados, el 20 de octubre de 2016, no se lo menciona, ni siquiera en el relato de los hechos. Solo alguna referencia a un ‘Toyota’, que parece más bien un descuido en la copia y pega de los documentos judiciales.
Para todo propósito práctico, ‘Huevo’ fue expurgado del proceso y no figuró más, ni siquiera cuando la Corte Suprema volvió a ver el caso.
Edison Ruiz Martínez no recibió el mismo tratamiento VIP, pero con la libertad tuvo suficiente. Fugó apenas pudo y no lo volvieron a ver hasta hoy.
Quien salió peor parado fue Percy Coromoto Matos. El hombre de las múltiples identidades fue condenado a 18 años de prisión.
Gracias al colegiado “E” de la Sala Penal, ’Huevo’ Gómez Herrera, arrestado en un operativo en el que se capturó una tonelada de cocaína, pudo salir del país libre de todo cargo.
¿Fue ‘Huevo’ tan inteligente y astuto como para engañar por completo al juez Martínez, el fiscal Calderón y, sobre todo, a los vocales superiores Enma Benavides, María Apaza y Lorenzo Pablo Ilave? ¿O se lo liberó sin que importara su probable culpa, pese a la gravedad de la imputación?
Es poco probable que haya sucedido lo primero, pues a la Sala no le faltó información.
Al final, el desmentido más contundente restalló desde los hechos.
Calco y copia: granito y cocaína en Brasil
En mayo de 2017, la Policía Federal de Brasil desbarató en Minas Gerais una organización de narcotraficantes, sobre todo colombianos, que acababa de exportar una tonelada de cocaína a Europa.
La cocaína se exportó encaletada dentro de bloques de granito. Los narcotraficantes crearon una compañía de exportación como fachada.
Fue el mismo método, hasta en el detalle, de lo que se intentó hacer cinco años antes en Perú.
Con taladros especiales se perforó agujeros en el granito, que fueron rellenados con cilindros llenos de droga, que luego se taparon con cubiertas de granito prolijamente pegadas. Exactamente igual que lo que Percy Coromoto había organizado en Lima.
La Policía Federal de Brasil los había seguido, vigilado y grabado en vídeos. Con la colaboración de la Policía colombiana, fueron prontamente identificados.
¿Adivinan quién era el líder?
Ahí estaba, organizando y dirigiendo el proceso de contrabando de cocaína, el pertinaz ‘Huevo’, Roberto Gómez Herrera. Repitiendo cada paso de lo que planeó realizar en Lima.
Entre los investigados por la PF también estaba Alexander Jaramillo, el primo de ‘Huevo’ que alquiló el departamento de Alcanfores para ofrecerlo como arraigo domiciliario de Gómez Herrera.
Los vídeos de vigilancia son muy elocuentes.
Las capturas se llevaron a cabo poco después, en Brasil y Colombia. Varios fueron arrestados. Otros lograron fugar. Uno de los que escapó fue Gómez Herrera; pero fue capturado luego en Madrid.
El cargamento fue intervenido en el puerto de Amberes.
A la luz de lo que se supo entonces y se sabe ahora.
¿Fue la liberación de Gómez Herrera en Lima el resultado de falta de criterio, error de juicio; o fue producto de la corrupción?
Sucede que el caso de ‘Huevo’ Gómez Herrera, aunque de los más notorios, no fue el único. Hubo acusaciones explícitas contra el colegiado “E”, imputando un esquema de corrupción organizado para otorgar liberaciones previamente pagadas.
Ese era uno de los casos principales que investigaba la fiscal Bersabeth Revilla cuando la nueva fiscal de la Nación, Patricia Benavides, hermana de Enma, la apartó bruscamente del puesto y, sobre todo, del esclarecimiento de ese caso.
Por: Gustavo Gorriti – Con la colaboración de César Prado