En la comunidad nativa de Cayacusha, ubicada en el distrito de Nieva, provincia de Condorcanqui, los niños de la institución educativa N.° 17092 estudian en condiciones precarias. Las aulas tienen techos de calamina, pizarras rotas y carecen de puertas. Así denuncian los docentes del colegio, quienes aseguran que la situación es grave.
“A las once de la mañana el calor se vuelve insoportable. Las calaminas se calientan y no se puede dictar clase. Necesitamos apoyo urgente”, señaló el profesor Reineiro, uno de los docentes afectados. Esta escuela, construida con tablas deterioradas y techos oxidados, no cuenta con el mobiliario básico para que los niños puedan estudiar, ni con baños adecuados, solo tienen un silo para sus necesidades.
Asimismo, denunció que las pizarras están rotas, que los escolares no tienen buenas carpetas ni sillas, por lo que muchos alumnos deben sentarse sobre troncos para recibir sus clases. “Algunos niños usan troncos como asientos”.
Pese a estas lamentables condiciones, Reineiro sostuvo que hasta el momento no han recibido apoyo de las autoridades locales ni centrales.
Sin servicios básicos
La situación sanitaria es igual de precaria. La docente Daniela Huajay Pérez explicó que el colegio solo tiene un tubo de agua en el piso, sin lavaderos ni instalaciones adecuadas para los niños y niñas.
“El baño es un silo sin inodoro. Por el calor, los olores son insoportables y pueden causar enfermedades”, denunció.
En esta condición las madres de familia cocinan en el piso y con algunas ollas viejas para alimentar a los alumnos.
“Ustedes, señores ministros, no permitirían que sus hijos estudien así. Nosotros sentimos que estamos olvidados por vivir en un lugar lejano”.
Por ese motivo, los docentes solicitan ayuda inmediata del Ministerio de Educación y del Gobierno Regional de Amazonas, para que se construyan nuevas aulas, se implemente mobiliario y se mejoren los servicios básicos.
“Pedimos que vengan y vean cómo estudian nuestros niños. No tenemos aulas dignas, ni espacios recreativos. Solo queremos una escuela segura para ellos”.
En medio del calor, la tierra y la indiferencia, los alumnos de Cayacusha siguen asistiendo a clases. Lo hacen a pesar del abandono del Estado, con el deseo de aprender incluso en medio de la precariedad.