César Antonio Flores Copa es natural de Puno y, a sus 50 años cumplidos en 2023, terminó como protagonista de uno de los casos más grandes de estafa piramidal en agravio de cientos de personas en Puno y el sur del Perú por más de 80 millones de soles.
Su proyecto de vida lo planificó en la década de los 90, cuando trabajaba como reportero y camarógrafo del canal ‘Puno 13 visión’. Era un aficionado al periodismo sin ningún tipo de estudio. Tenía como director a Jorge Aramayo Cordero, denunciado por presunta extorsión y chantaje. En el mismo canal, trabajaba la hija del dueño, la excongresista fujimorista Alejandra Aramayo Gaona.
Otro de los que confluía en el mismo canal era Enrique Calmet Choque, que hacía el papel ocasional de publicista y, después de convertirse en abogado, estuvo detrás de los problemas inmobiliarios más sonados en Puno.
Uno de sus compañeros de trabajo recuerda que César Flores siempre hablaba de que su destino era dedicarse a algún negocio que le permitiera tener una vida distinta a la que tuvo de niño, la cual estuvo marcada por una serie de carencias, la precariedad económica familiar y las reglas duras de una madre soltera. Muchos años después, cumplió su ilusión, pero del modo menos honesto.
Nadie de los que lo conoció reconoce que su desempeño en dicho medio de comunicación fuera destacado. Muy por el contrario, todos advierten que tenían un perfil que generaba dudas, aunque otros aseguran que era bueno. Quienes trabajaron en la Prefectura de Puno señalaron que, después de que dejó el canal, César Flores colaboraba con el exprefecto José Mengoa Salcedo, quien estuvo en el cargo entre el 1 julio de 2004 y el 8 de junio de 2005. Una presunta deslealtad habría puesto fin al vínculo de servidores públicos que había entre ambos.
César Flores y sus primeros pasos en la formación de su red piramidal
Después, no se supo nada de él sino hasta cuando apareció como promotor de ventas de Herbalife junto a su esposa, Hilda Violeta Perca Pérez. Habría sido su hermano Yuri Samuel Flores Copa el que lo incluyó en el negocio.Con la determinación de hacer dinero al costo que fuese, reclutó a jóvenes. No solo les convenció de que Herbalife era aparentemente bueno para la salud, sino que los seducía con la idea de ser “exitosos económicamente” y “tener la vida que deseaban” si ingresaban a la organización. Todos los que generaban compras a partir de determinados montos y quienes captaban más clientes y nuevas compras ganaban un porcentaje.
Entre su red de colaboradores tenía a policías en actividad y civiles a quienes había conocido en distintos momentos. Para convencerlos, los introducía en charlas motivacionales. A los vendedores se les sembraba la idea de que el éxito estaba en sus manos y que, si no corrían riesgos, no alcanzarían nunca sus sueños. La idea era hacer más grande la red de compradores y consumidores. Su esposa estaba detrás y sabía todo. Así pues, la pareja aparentaba una vida saludable y feliz a partir de los productos ofrecían.
Nace Pro & Pro: cómo convencían a los clientes
En el 2020, la pandemia de la COVID-19 restringió la movilización social y César Flores junto a su esposa, Violeta Perca, no tuvieron mejor idea que, en junio de aquel año, crear la empresa Inversiones Inmobiliarias Pro & Pro. Esta organización operó, según pudo conocer La República, con los mejores vendedores de “Herbalife”, pero en este nuevo proyecto pasaron a convertirse en “jaladores”.
El nuevo negocio consistía en captar dinero a cambio del 10%, 13% y 15% de interés mensual del monto total invertido y, después de 12 meses, al cliente le ofrecían devolverle el 100% del capital. Por ejemplo, si una persona que invertía S/10.000, recibía una utilidad mensual de S/1.500. Al año ganaba S/18.000. Cuando el cliente acudía a reclamar su capital, lo convencían de reinvertir su fondo y todo lo que aparentemente ganó. Todo esto tenía la apariencia de una buena inversión para multiplicar dinero.
Según el economista Jorge Torres, la ganancia era una ilusión porque el mismo dinero que depositaban lo devolvían porque ningún negocio te permite tal rentabilidad. Explicó que era un señuelo o “gancho” para atraer más depósitos o ingresos de capital. En efecto, hay personas invirtieron montos por encima del millón de soles. Muchos vendieron sus casas, depositaron el ahorro de sus vidas y sacaron préstamos. Luego de hacerse de más de S/80 millones, César Flores Copa, en mayo de 2022, fugó a México. Los afectados son más de 5.000 personas de Puno, Arequipa y otras regiones del sur del país.
César Flores y sus operadores en Puno
Previamente, en octubre de 2021, vendió el nombre jurídico Pro & Pro a su contador, Macario Aguirre Tapia (hoy fallecido). La esposa del finado, Idelma Liliana Rodríguez Molina, disuadió con promesas de pago a los afectados siempre y cuando no denuncien el caso públicamente y no hablen con periodistas. La devolución nunca se concretó. De ese modo, ella jugó a favor de los intereses de Flores Copa para que su organización lavara el dinero a través de testaferros y remesas al exterior. Hay audios que prueban ello.
César Flores no actuó solo. En condición de administrador estaba Alfredo Laos Ayestas. Él suscribió casi la totalidad de contratos y el dinero recibido, una vez empaquetado en bolsas, terminaba en manos del líder de la organización, pero la lista de operadores es larga. La Fiscalía contra el Crimen Organizado investiga a, por lo menos, 30 personas entre los que destaca Carlos Enrique Quilca Inquilla, quien cambió su apellido paterno por “Urquizo”; Adger Ronald Patricio Aguilar, efectivo policial en actividad, entre otros.
Además, Pro & Pro tenía en su estructura a una red de policías jaladores entre los que destacaba Gary Jonnathan Pacsi Mamani. A los captadores les pagaban un porcentaje del 5% de la totalidad de clientes que convencían para depositar su dinero. Muchos les hicieron invertir a sus propios familiares. Eso no los exime de responsabilidad. Sabían que era una estructura de estafa. Varios tuvieron ganancias exorbitantes.
Gary Pacsi vio el negocio, se distanció de César Flores y, más tarde, abrió su propia red piramidal llamada “Gary Inversiones”, además de la constructora e inmobiliaria K’leg S. A. Estafó por más de S/70 millones a más de 5.000 personas en todo el sur del país y escapó de Puno después de renunciar a la Policía Nacional. Los afectados hicieron reclamos públicos y apareció el abogado Enrique Calmet Choque.
Al respecto, Calmet había estudiado desde mucho antes el caso en el que estaba envuelto su excompañero de ‘Puno 13 visión’, al igual que Gary Pacsi, para ofrecer propuestas muchas veces pactadas. Todos se conocían o tenían algún tipo de amistad o interés en común.
Flores Copa y su esposa, en el mismo año que crearon Pro & Pro, en setiembre de 2020, crearon el Club C-40. La lógica era la misma. Pagaban un porcentaje a quienes se convertían en socios de esta organización. A estos nuevos elementos les daban mensualmente cursos para emprendedores, charlas, ejercicios gimnásticos y, a la vez, promocionaban el consumo de Manantial Huacullani.
Los jaladores eran casi los mismos, con la diferencia de que se sumaron trabajadores del INPE. Previamente, todos estaban motivados en alcanzar el “éxito”. Inclusive, paralelamente, les motivaban a invertir en Pro & Pro.
César Flores y su vida de ensueño en México
Tras fugar a México, César Flores finalmente logró hacerse del dinero que siempre soñaba. Ahora, vive en el país azteca junto a su esposa, Hilda Violeta Perca Pérez, y su hermano Yuri Samuel Flores Copa.
Los demás miembros de la organización hicieron su propia fortuna. Se compraron carros, otros montaron negocios y compraron casas a través de sus parientes.
Actualmente, a pesar del tiempo transcurrido, los afectados piden la captura internacional de todos los que fueron parte de la red piramidal.
El abogado Rogelio Valdivia sostiene que sí es factible capturar a todos como sucedió con la estafadora de entradas Pamela Cabanillas y Wanda del Valle Bermúdez, pareja del ‘Maldito Cris’.
Irónicamente, la Fiscalía contra el Crimen Organizado descubrió que la organización de César Flores tenía como aportantes a parientes de jueces, fiscales y altos mandos policiales. Todo era una red de corrupción al más alto nivel, bien estructurada por un camarógrafo que soñaba con ser millonario.
Por: Liubomir Fernández